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Tras más de dos años de elogios a su juego, su entrenador y sus aspiraciones en la pasada Eurocopa e, incluso, en el Mundial del año que viene en Sudáfrica, Rusia se queda fuera de éste. Y los goles psicológicos tienen la culpa.

Dos goles de esos llamados psicológicos (anotados en los últimos cinco minutos de una parte) han hecho posible que Eslovenia acuda por segunda vez en su historia a un Mundial como estado independiente; la primera fue en 2002, y ahora llega tras haber realizado una proeza. Y es que Rusia se perfilaba como clarísima favorita para pasar sin apuros. Sin embargo, el sábado, cuando dos goles del jugador del Everton Bilyaletdinov daban la tranquilidad a los rusos, un gol de Pecnik en el minuto 87 dejaba aún más helado el Luzhniki. El joven integrante de la plantilla de Nacional de Funchal nunca podría pensar que ese gol fuera a ser tan importante para la historia de su país.



En Eslovenia nadie había ganado en esta fase de clasificación y únicamente República Checa consiguió arañar un empate en el país de la antigua Yugoslavia. Pero llegaba Rusia, una selección diferente; con Hiddink, un trotamundos a la vez que triunfador y cumplidor. También un elenco de estrellas. Estrellas que se apagaron en esta repesca y dejaron a millones y millones de personas sin una ilusión.

La vuelta resultó aún peor, en el minuto 44 de la primera parte, Zlatko Dedic anotó el 1-0, para irse al descanso con ese gol que les mandaba a Sudáfrica. Y así fue, porque ni las buenas jugadas de más de 30 metros de Zhirkov, ni la racanería de Hiddink, sacando únicamente 10 minutos a Pogrebnyak (cuando más peligro se creó en la punta de ataque), fueron suficientes perforar la portería defendida por Handanovic.

Además, el ruso Kerzhakov, por propinar una patada al meta esloveno, y el jugador del Chelsea Yuri Zhirkov, por doble amarilla, fueron expulsados ante la desesperación de toda la selección